Por Sergio Ruiz
En enero de 2022, Samuel García, gobernador de Nuevo León, presentó con bombo y platillo el proyecto de un nuevo estadio para Tigres UANL, prometiendo que sería un recinto de primer nivel internacional. La noticia emocionó a la afición felina y generó altas expectativas sobre un espacio que no solo albergaría partidos de fútbol, sino también eventos culturales y deportivos de gran escala. Sin embargo, dos años después, el proyecto parece haberse estancado, y las dudas sobre su viabilidad han comenzado a crecer.
El anuncio del nuevo estadio fue recibido con entusiasmo, tanto por los seguidores de Tigres como por los habitantes de Monterrey. Según los planes iniciales, el recinto tendría capacidad para más de 65,000 espectadores, un diseño futurista, tecnología de punta y espacios multiusos para conciertos y exposiciones. Además, se prometió que sería un estadio autosustentable, con energías limpias y un impacto ambiental mínimo.
El proyecto se presentó como una colaboración entre el gobierno estatal, la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y la iniciativa privada, con un costo estimado de 320 millones de dólares. Las obras estaban programadas para comenzar en 2023, con una inauguración prevista para 2025.
A pesar del entusiasmo inicial, el proyecto del estadio ha avanzado poco o nada en los últimos dos años. Hasta ahora, no se han colocado los cimientos ni se han iniciado los trabajos de construcción, y los detalles sobre la financiación siguen siendo poco claros.
Entre las razones detrás del retraso se encuentran la falta de acuerdos concretos entre los involucrados, problemas burocráticos y la aparente falta de priorización del proyecto por parte del gobierno estatal. Aunque Samuel García ha insistido en que el estadio sigue en pie, la falta de avances visibles ha generado escepticismo entre la afición y los ciudadanos.
El estancamiento del proyecto ha provocado reacciones divididas. Por un lado, los aficionados de Tigres se sienten frustrados por la falta de avances en un estadio que prometía convertirse en un ícono para el club. Por otro lado, algunos ciudadanos han cuestionado la viabilidad del proyecto y su impacto real en el desarrollo del estado, argumentando que los recursos podrían destinarse a otras áreas prioritarias, como educación o salud.
Mientras tanto, la directiva de Tigres y la UANL han mantenido un perfil bajo respecto al tema, limitándose a reafirmar su compromiso con el proyecto sin ofrecer información concreta sobre los próximos pasos.
Aunque el gobernador ha reiterado su intención de cumplir con la promesa, el futuro del nuevo estadio sigue siendo incierto. En entrevistas recientes, Samuel García aseguró que los planes se mantienen vigentes y que la construcción podría comenzar pronto, aunque no especificó fechas ni detalló los acuerdos necesarios para hacerlo realidad.
La falta de avances plantea una gran interrogante sobre si el estadio será una realidad o quedará como otro proyecto ambicioso que nunca se materializó. Para Tigres, contar con un estadio moderno sería un paso importante para consolidar su posición como uno de los clubes más grandes de México y atraer eventos internacionales, pero sin avances tangibles, este sueño parece cada vez más lejano.
El actual Estadio Universitario, conocido como "El Volcán", ha sido el hogar de Tigres desde 1967 y es considerado uno de los recintos más emblemáticos del fútbol mexicano. Sin embargo, su antigüedad y limitaciones de infraestructura han llevado a muchos a pedir una renovación o un nuevo estadio que esté a la altura de los estándares internacionales.
El tiempo corre, y la afición de Tigres sigue esperando respuestas claras sobre el proyecto prometido por Samuel García. Mientras tanto, el equipo sigue jugando en "El Volcán", que, aunque lleno de historia y mística, no representa el futuro que los felinos soñaron cuando se anunció el nuevo estadio.
El estadio de Tigres prometido por Samuel García sigue siendo, hasta ahora, una promesa incumplida. Sin avances concretos ni una fecha clara para el inicio de las obras, el proyecto se encuentra en una especie de limbo. La afición felina, acostumbrada a grandes logros dentro de la cancha, espera que fuera de ella también se cumplan los compromisos, mientras el gobierno de Nuevo León deberá demostrar si este ambicioso plan puede convertirse en una realidad o quedará en el olvido.
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