Por Sergio Ruiz
Joaquim Pereira llegó a Tigres en el reciente mercado de fichajes como una apuesta para reforzar la defensa felina. Y vaya que respondió a las expectativas. El brasileño se ganó rápidamente un lugar en el once titular y demostró ser un baluarte en la zaga auriazul.
Su debut oficial se dio en la jornada 5 ante Chivas, donde mostró su calidad y seguridad en la defensa. A partir de ese momento, Joaquim se convirtió en un fijo en el esquema de Veljko Paunovic. Su capacidad para anticipar jugadas, su contundencia en los duelos individuales y su buen juego aéreo lo convirtieron en una pieza fundamental del equipo.
Un muro infranqueable
A lo largo del torneo, Joaquim demostró ser un auténtico muro en la defensa de Tigres. Su solidez defensiva fue clave para que el equipo mantuviera su portería imbatida en varias ocasiones. Además, su juego limpio lo llevó a ver pocas tarjetas amarillas, solo dos en todo el torneo.
Pero Joaquim no solo destacó por su faceta defensiva. El brasileño también demostró tener un buen pie y capacidad para sumarse al ataque. Prueba de ello fue la asistencia que brindó en la victoria ante Pumas.
Un final agridulce
Desafortunadamente, la historia de Joaquim en Tigres tuvo un final agridulce. En la ida de los cuartos de final ante San Luis, el brasileño marcó un autogol que complicó las aspiraciones de su equipo. A pesar de este error, Joaquim siguió dejando todo en la cancha y demostró su compromiso con el equipo.
La eliminación de Tigres en cuartos de final fue un duro golpe para la afición y para el propio Joaquim. Sin embargo, su desempeño a lo largo del torneo dejó una gran impresión y lo posiciona como una de las grandes promesas de la defensa felina.
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